ME
ELECTROCUTO EN LA CORRIENTE MARINA
&
DESTIERRO EN UN SÚPER PIQUERO
Arrancar
del agua & morder los peces:
Vacilón prehispánico.
Arrancarlos
del agua, muy despacio: manitos sagaces & mojadas.
Dime si no es rico, meterse
desde lo bestia hacia la playa.
Con todo el cuero cuerpo hecho
red o caos:
sopletear la
espuma, sentirla en lo más crítico del hueso.
&
apreciarse, en esa pesca, ejalé, saladitos como focas.
Serían
esos pies descalzos, pisando sintiendo pisando las arenas.
Entonces,
que no quedara nada poblado atrás: zambullirse astral & único.
O
que te floten los dientes, las arrugas, el blancor desde el estómago.
Te
hicieras en el continuo de entra & sale
metonimia
—¡guachooooo!— de las olas.
Solo
ahí desollarse de antiguo ojo en el mapa / ceder la capitanía & el estribo.
Aguantar el respiro por debajo de
la cresta.
Rompiente
en las rodillas, las costillas & la sangre.
Pero
dime si no es mortal ese desate: te torea, te fricciona, te despierta.
Como
falso aprendiz ponerse a nadar a lo perrito.
O
transar en el rebote aquella táctica
del buzo
enloquecido.
Que
mascando no llegara nunca el final: el cierre de mandíbulas.
Fuera imperecedero el choque de la
boca en las escamas.
Como que todos los piqueros fueran
sabrosos naufragios.
Arrancar del agua & morder los
peces:
desear pero retanto esa comida
marítimamente cavernaria.
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